Cuando hay problemas en la relación, muchas veces pensamos que ir a terapia puede ayudarnos. Pero, ¿qué pasa si tu pareja no quiere ir? Es normal que esto cause tristeza, enojo o frustración. No te preocupes: en este artículo te explicaré de forma sencilla qué puedes hacer si tu pareja no quiere ir a terapia.
En este artículo hablamos de:
¿Por qué mi pareja no quiere ir?
Lo primero es tratar de entender por qué no quiere ir. Algunas de las causas más comunes son:
- Cree que la terapia no sirve.
- Tiene miedo de hablar de sus emociones.
- Piensa que solo uno de los dos tiene el problema.
- No le gusta la idea de contar cosas a un desconocido.
- Cree que la relación no se puede mejorar.
Es importante escuchar a tu pareja sin juzgarla. Pregúntale con cariño:
“¿Qué es lo que te preocupa de la terapia?” o “¿Hay algo que te haría sentir más cómodo con la idea?”
Cuando escuchas con el corazón abierto, tu pareja puede sentirse más comprendida.
No obligues ni presiones
Es muy tentador decir: “Si no vas a terapia, esto se acaba” o “Si me quisieras, irías”.
Pero cuidado: presionar o amenazar suele tener el efecto contrario.
Cada persona necesita su tiempo para decidir. Si intentas forzar a tu pareja, puede cerrarse aún más. En cambio, muestra respeto por su decisión, aunque no la compartas. Eso abre la puerta a un diálogo más sano.
Trabaja en ti mismo
Aunque la terapia de pareja idealmente se hace entre dos, tú puedes empezar a trabajar en ti mismo.
Ir a terapia individual te ayudará a:
- Manejar mejor tus emociones.
- Fortalecer tu autoestima.
- Mejorar tu forma de comunicarte.
- Aprender a poner límites sanos.
A veces, cuando uno de los dos empieza a cambiar, la dinámica de la relación también mejora. Y con el tiempo, esto puede motivar a tu pareja a querer acompañarte en el proceso.
Habla desde el corazón
Cuando vuelvas a hablar del tema, evita frases que culpen. Usa frases que expresen lo que tú sientes y deseas para la relación.
Por ejemplo:
❌ “Tú eres el problema, tú necesitas terapia.”
✅ “A mí me gustaría que trabajáramos juntos para sentirnos mejor en pareja.”
Otra opción es contarle cómo te ha ayudado la terapia a ti, si ya has empezado:
“He aprendido a escuchar mejor y a calmarme en las discusiones. Me encantaría que lo viviéramos juntos.”
Cuando la invitación nace del amor y no del reclamo, es más fácil que tu pareja la escuche.
Sin embargo, el hecho de plantear tu deseo porque tu pareja se una al proceso, no significa que lo hará, ni que debes depositar expectativas en ello. La decisión de ir a terapia es un acto privado e individual
Ofrece alternativas
Si la idea de “terapia de pareja” suena muy grande o le da miedo, pueden empezar con alternativas más suaves:
- Leer juntos un libro sobre relaciones.
- Escuchar un podcast de parejas.
- Asistir a talleres o charlas sobre comunicación.
- Empezar con una consulta online, que es más flexible.
A veces, dar el primer paso en un espacio menos formal puede ayudar a que la persona se sienta más cómoda.
Acepta lo que no puedes controlar
Es importante recordar algo: no puedes controlar las decisiones de tu pareja.
Si después de intentarlo de forma respetuosa, tu pareja sigue negándose a ir a terapia, tienes que preguntarte:
- ¿Puedo aceptar esta decisión y seguir en la relación?
- ¿Qué límites necesito poner para cuidarme emocionalmente?
- ¿Estoy dispuesto(a) a trabajar solo(a) en el vínculo?
Aceptar que no puedes cambiar al otro es duro, pero también es liberador. Tú sí puedes elegir cómo quieres cuidar de ti mismo y de tu bienestar.
Reflexiona sobre el futuro
Si la relación está en crisis y tu pareja no quiere buscar ayuda, quizá debas reflexionar si esta es la relación que deseas para ti.
Pregúntate:
- ¿Hay respeto y amor mutuo?
- ¿Ambos están comprometidos en mejorar?
- ¿Estoy sacrificando demasiado de mí mismo(a)?
A veces, la terapia individual te ayudará a responder estas preguntas con más claridad.
La importancia de buscar ayuda
Si tu pareja no quiere ir a terapia, recuerda que es un proceso que requiere paciencia y comprensión. Escucha sus razones con empatía, sin juzgar ni presionar, y enfócate en tu propio crecimiento personal. Habla desde el corazón, expresa tus sentimientos con honestidad y sin culpas, y si es posible, ofrecer alternativas más suaves que puedan hacerle sentir más cómodo.
Acepta que hay cosas que no puedes controlar y reflexiona con amor y claridad sobre el futuro de la relación. Lo más importante es que el cambio siempre empieza por uno mismo: a veces, el mejor camino para inspirar al otro es a través de tu propio ejemplo.
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